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jueves, 13 de mayo de 2010

¿POR QUÉ LOS POETAS Y ESCRITORES LAMBAYECANOS NO SON RECONOCIDOS COMO TALES?

¿POR QUÉ LOS POETAS Y ESCRITORES LAMBAYECANOS NO SON RECONOCIDOS COMO TALES?
Por : Teresa Liliana Menor Alarcón


Eran épocas de estudio en el Instituto Sagrado Corazón de Jesús cuando decidí asistir a un homenaje a tres grandes figuras de la Literatura Peruana: Carlos Mariátegui, César Vallejos y Nicanor de La Fuente Sifuentes "Nixa". Me emocionó conocer al tercero. Me habían comentado que era de avanzada edad y un hombre multifacético. Eso me llamó la atención. Entonces, comencé a conocerlo a través de sus poemas, sus artículos periodísticos, anécdotas contadas en un diario local y sus cortas historias. Posteriormente asistí a una conferencia que organizó la Facultad de Educación de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo. Allí conocí a Andrés Díaz Núñez. Con él pude tratar y conversar acerca de la temática de sus novelas.
Cuando viajé a Lima, en la Universidad nacional de San Marcos conocí a Miguel Ángel Cornejo, a Antonio Cisneros, Óscar Quezada, Desiderio Blanco y a algún chico que decía ser estudiante de Literatura. Con esa experiencia regresé a la Normal. Tenía más argumentos para debatir en clase, pero no lo hacía porque temía el "ya porque se ha ido a Lima…", o " eso es allá, pero estás en Chiclayo". Entonces, pensé que la mejor manera de hablar era escribiendo. No conocía muchos poetas, pero sí a críticos y teóricos de la literatura peruana y a muchos profesores que en eventos y talleres me aconsejaban no quemar, romper o regalar un poema o un cuento recién terminado.
Cuando empecé a trabajar mi tesis acerca de la Novela Puerto Cholo de Mario Puga Imaña, me choqué con una dura y triste realidad. Sabía que había poquísima información, pero me arriesgué a conseguir más acerca del autor de la novela.
En una de mis esporádicas visitas al Instituto Nacional de Cultura de la ciudad de Lambayeque, conocí a un amigo de la especialidad de Lengua y literatura y le pregunté por Mario Puga Imaña. Sólo me dijo que nunca lo había escuchado. Otras veces, pregunté a un profesor de la misma especialidad y me dijo" los nuevos escritores no los he estudiado todavía" y por último, pregunté a uno que vende libros. Él me respondió que sólo tenía la novela Puerto Cholo. Al menos ya había conseguido la obra, pero por "tradición" necesitaba saber quién era, qué otras obras había escrito. Hice una búsqueda exhaustiva pensando encontrar algo de él, pero mi búsqueda terminó limitándome a unos tres o cuatro libros de Literatura lambayecana en los que, por cierto, ni figuraba su nombre. En otros, sólo había un fragmento de la novela Puerto Cholo. Lean bien, un fragmento de la novela Puerto Cholo. Y la búsqueda en la red, no quedó atrás. Busqué por el apellido, el nombre de la novela y del autor, casi resulta inútil, si no es porque cuando obtuve información supuesta del autor, leí "cevichería Puerto Cholo", "Bar el Puerto". Lo curioso de esto es que esa cevichería y bar eran mexicanos. Y también que el nombre de Mario Puga Imaña, figuraba en una página de México. Un momento, me dije, ¿es peruano o mexicano; es escritor o gastrónomo? Seguí buscando y encontré información acerca del parentesco y árbol genealógico de él. Mi impresión era tal que me provocó un fruncir de cejas y hacer que mi boca quede semiabierta. Es que no pensé que estaría haciendo un trabajo cuyo autor de la novela Puerto Cholo tuviera hermanos vivos, hijos y nietos. Nunca lo creí y saben por qué, porque en mi vida de estudiante nunca había escuchado su nombre, menos leído su obra. Pero a uno de mis hermanos le habían hecho leerla en el colegio. Me gustó la forma de narrar del autor y lo elegí como objeto de estudio para mi tesis.
La narrativa lambayecana, según Toro Montalvo, no es muy frondosa, pero sí de contenido regionalista que exalta las costumbres, el paisaje, la tradición y la problemática social que encuadran nuestra identidad cultural. Pero, eso no lo descubrí como alumna en el colegio. En cuanto a sus representantes, sólo se nombra a Carlos Camino Calderón, a Andrés Díaz Núñez, Jorge Lazo Arrasco y a Rully Falla Fayloc. No sé por qué no se nombra a Mario Puga, por ejemplo. Lo mismo pasó al leer los nombres de algunos representantes de la poesía. Entre ellos José Eufemio Lora y Lora, José Alfredo Delgado Bravo, Nicanor de La Fuente, Estuardo Deza Saldaña, Alfonso Tello Marchena, Y así puedo seguir enumerando, pero francamente no tiene sentido cuando sólo se conoce sus nombres. Sin embargo existen otros poetas que sin hacer trayectoria literaria en las Universidades o en los Institutos pedagógicos, tienen producciones literarias que se empolvan es sus escritorios o esperan la oportunidad para ser publicados y aún así son conocidos, gracias a las actividades culturales que se promueven y organizan en el INC o las Universidades del entorno.
La falta de recursos económicos tal vez es una de las excusas por las que no se publican las producciones literarias de nuestros escritores lambayecanos y por ende, éstos no son conocidos públicamente. Pero también, es porque el mismo escritor prefiere no enfrentar la indiferencia del público hacia su trabajo literario. Un público que muy poco disfruta de una tertulia literaria, de una conferencia acerca de poesía o literatura, de un evento de exposición de trabajos literarios y de otras actividades culturales afines.
Yo creo que si preguntamos a alumnos de escuelas, e incluso de Universidades y de Institutos pedagógicos acerca de quién es José Alfredo Delgado Bravo, Nicanor de la fuente, Andrés Díaz Núñez, entre otros, un 90 % no han escuchado ni sus nombres. Y el resto sabe que es poeta o escritor y nada más. Y sin tomar en cuenta que estos escritores pertenecen a generaciones muy anteriores a la nuestra y que sólo los conocen personas que leen o que han estudiado la carrera de profesor (a) de Lengua y Literatura.
Les aseguro que si no hubiese estudiado la carrera de educación, en la especialidad de Lengua y Literatura no hubiera leído las producciones literarias de aquéllos. Tan sólo me hubiera limitado a escuchar sus nombres más, nada.
Mi realidad era esa y sigue siendo la misma actualmente para otros muchos alumnos. Entonces, cabe preguntar ¿De qué depende que no conozcamos a nuestros escritores?
Depende de la falta de promoción de su producción literaria por parte de las instituciones culturales y educativas. Ellas son las que deben organizar eventos para conocer a las generaciones pasadas y presentes de la literatura lambayecana. O si lo hacían, las restricciones en cuanto a edad no se hacían esperar. Pero felizmente, se ha empezado a caminar por un nuevo sendero, donde el trabajo de los círculos literarios y de agrupaciones literarias de Lambayeque va creciendo lento pero seguro.
Recitales, actuaciones, publicaciones y conferencias de quienes en un pasado fueron espectadores, se podrían organizar en un presente. Lo importante es no dejar que el tiempo avance sin que nuestra gente conozca y valore lo que se produce. Y que si en el Perú se estudian a sus literatos o poetas cuando están fuera del país o éstos mueren o, simplemente forman parte del pasado, con ese tipo de eventos no sigamos esperando a que ese día llegue, mientras otras generaciones permanecen en el anonimato exigido y otras emergen y se proyectan hacia el futuro.
Mientras tanto, en las escuelas siempre debió existir la oportunidad de trabajar una sesión de clase con textos literarios de escritores peruanos y lambayecanos, aunque no lo mande la currícula. Los profesores no debieron ni debemos dejar de lado lo que producen nuestros escritores. Tomar en cuenta lo que se publica en nuestro departamento y lo que aún está en papeles sueltos originales, es lo importante y no mucho la vida de quien los escribe. Lo que importa es su aporte hacia los alumnos como escritor o poeta y como ser humano. Aparte de ello, apoyar en las actividades culturales como pintura, danza, dibujo, poesía, narrativa, etc. que realiza el colegio.
De esa manera, aquellos alumnos que están empezando a escribir sus primeros cuentos o poemas, se darían cuenta de que su trabajo creativo y libre es considerado, de que sus proyectos literarios no pueden truncarse por tan sólo creer que ser poeta implica estar "loco" o pensar en que sólo pueden ser escritores o poetas los que no viven en su localidad, ni es compañero de su aula. Y también, para que entiendan que la necesidad de leer y componer es parte de la vida del ser humano (niño, joven o adulto), de quien con el tiempo podrían ser uno de los escritores representante de nuestra literatura lambayecana.

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